viernes, 17 de enero de 2014

@Brandon__ST : El León de Lannister.

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El León de Lannister

La rebelión de Robert Baratheon ya había empezado, aunque la única forma que tenía Jaime de recibir noticias de ella eran los lloriqueos de la gente que acudía ante Aerys II, el rey al que había jurado proteger, pidiendo protección.

-Las tropas de Robert Baratheon arrasan con todo, ¡no dejan nada vivo a su paso! –Era lo que más se repetía, pero Jaime seguía sin saber si todo aquello era verdad, o, lo que parecía, una mentira para que el rey moviese un dedo por fin. Y lo peor de todo, es que no podía mover un dedo, de hecho, ni siquiera podía expresar sus dudas ante las acciones del rey, así que observaba como cada persona era calcinada, apresada para su posterior quema, o cosas incluso peores sin decir nada. Mantenía los ojos clavados en la cruenta escena, mientras debatía interiormente sobre si de verdad era ese su trabajo.

También estuvo presente en la ejecución de lord Stark y su heredero. No iba a negar que, quizá, ambos deberían haber supuesto la reacción del rey. Y podía entender perfectamente la acción de ambos norteños. ¿Es que él no habría hecho lo mismo por Cersei? No… él no habría dejado ni un segundo de paz si algo le pasase a su hermana, aunque dudaba mucho que el Stark mantuviese esa relación con Lyanna.

Pero ser Gerold Hightower le recordó, quizá por última vez, que su deber era proteger al rey, nada más. No debía juzgarlo, no debía pensar por él. Solo protegerlo. Y eso hacía, un día tras otro. 

La gota que colmó el vaso, fue la constante negativa del Rey Loco a dejar que Jaime se uniese al ejército real. ¿No era esa la mejor forma de defender al rey? No. Era la mejor forma de defender al rey, al príncipe y a toda la dinastía Targaryen, pero Aerys prefería tener a un rehén para mantener a Tywin Lannister lejos de Robert. Jaime maldecía al rey por dentro tras cada negativa, necesitaba un poco de acción, y no era un rehén, era un Guardia Real, y además, uno de los mejores guerreros, le gustase al rey o no.

A partir de aquel momento, la pasividad de Jaime fue tal, que se mantenía al lado del rey en todo momento, pero ya nunca decía nada, solo miraba, oía, y guardaba los secretos. Incluso cuando el Rey Loco hizo quemar vivo a Qarlton Chested, su actual Mano, por renegar del puesto tras oír el plan más disparatado que había pasado por la cabeza de una persona. Hacer arder la ciudad, solo por el simple hecho de no rendirla, y quizá, salvar la vida. Jaime lo vio arder, y vio como la Mano del Rey iba cambiando de un lado a otro, aunque después de Qarlton Chested, el elegido fue un piromante, el mismo que le había ayudado a diseñar aquella… aquella estupidez.

Pero el día en el que Tywin Lannister decidió tomar parte en la guerra, fue el día en el que el León de Lannister, el Joven León, Jaime Lannister, también decidió que había aguantado demasiado tiempo aquel disparate. El Guardia Real estuvo presente cuando Varys pidió que no dejasen entrar a su padre, que, probablemente, sería un traidor, aunque por suerte para el Reino, Aerys II decidió escuchar al Gran Maestre Pycelle, que apoyaba la entrada de Tywin Lannister en la ciudad.

Una vez dentro su padre y todo su ejército, comenzó el caos, el saqueo, y probablemente, el fin de la guerra. El rey no tardó en pedir la cabeza de su padre, y la del propio Jaime en una bandeja, y aquellas fueron sus últimas palabras. Jaime desenvainó su espada y primero la hundió en Rossart, el piromante que haría arder la ciudad. A él no había jurado defenderle, por mucho que fuese la Mano del Rey. Y después, rompiendo todos los votos que había hecho, la hundió en la espalda de Aerys II.

Ahora todo había terminado, y nunca nadie le daría las gracias. Se sentó en el trono, con los pies pasando por uno de los reposabrazos, una postura demasiado chulesca, ¿y qué más daba ya? Casi al instante, dos hombres de su padre llegaron, preguntándole a quién debían proclamar rey, al ver al antiguo encharcado en sangre a los pies del Trono.

-Eso no es asunto mío. Mientras no sea a mí… esperad a lo que diga lord Tywin. -Se encogió de hombros, dejando que los hombres se marchasen por el mismo sitio por donde habían venido.

La siguiente visita fue la del que ahora era señor de Invernalia, lord Eddard Stark, que reclamaba el Trono para su amigo y vencedor de la guerra, Robert Baratheon. Aunque lo mejor fue la cara de reproche con la que miró a Jaime. Un hombre de honor no entendía de salvar a una ciudad… y nunca lo entendería.

Asesinó al resto de piromantes en los siguientes días, terminando de asegurar la pervivencia de la ciudad y de sus habitantes, aunque nadie le creería. Y mientras salvaba a la ciudad, el rey Robert Baratheon se llenaba de halagos, aunque Jaime solo necesitó uno de su parte, el perdón por el supuesto acto atroz que había cometido. Y con el reciente anunciado compromiso entre él y su hermana, Jaime no necesitaba nada más de aquella ciudad.

Y aquel día, el León de Lannister se convirtió en el que sería recordado desde entonces, no como el salvador de Desembarco del Rey, sino como el Matarreyes. Aunque él seguiría sabiendo que, por mucha traición que hubiese cometido, asesinar a Aerys II fue el mejor acto que había realizado, y que probablemente realizaría en toda su vida.

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