viernes, 17 de enero de 2014

@Lyanna_ST : Lyanna Stark.


Cogió unas rosas azules y se las colocó en el pelo, como una cascada azul en su oscura melena. Se miró por última vez en el espejo de su habitación para comprobar su aspecto. Desde luego, a su padre le encantaría que por una vez Lyanna se vistiera como una dama de su categoría. Salió de su habitación donde su hermano Brandon estaba esperándola. Al verla, no pudo hacer otra cosa que echarse a reír. Lyanna contuvo las ganas de darle un puñetazo a su hermano mayor, había prometido a su padre comportarse bien, aunque no le había querido decir porqué. 

-Déjame, Brandon. –Dijo con un tono que quería dar a entender que no quería hablar más sobre su aspecto, aunque sabía que con Brandon aquello era inútil.

-Perdóneme, Lady Stark. –Hizo una reverencia burlona a Lyanna antes de ofrecerle el brazo para acompañarla al Salón.

Ella ignoró el gesto de su hermano y comenzó a caminar con grandes zancadas hacia el comedor, con la esperanza de dejar atrás a su hermano. Pero él era más rápido que ella y la agarró del brazo para frenarla.

-No es propio de una dama como vos entrar sin compañía a un evento de tal calibre. –Dijo sin abandonar el tono burlón mientras, prácticamente la obligaba a ir cogida de su brazo hasta el Salón. 

Lyanna no dijo nada más hasta que llegaron a las puertas del Salón. Cuando iban a entrar su hermano se acercó a su oído susurrándole: <<Perdona a Padre, Lyanna, no sabe el error que está cometiendo con su decisión>>. Ella le miró con el ceño frunció sin saber qué quería decir ni por qué le decía eso antes de reunirse con su padre pero Brandon no dijo nada más. 

Al entrar, lo primero que vio fue al señor de Bastión de Tormentar, Robert Baratheon, levantarse casi al instante de verla entrar. Lyanna trató de no reírse, le divertía el modo en el que el joven señor se comportaba con ella, siempre tan tímido y caballeroso. Inclinó la cabeza, como buena dama aburrida y estirada antes de sentarse en la mesa al lado de sus hermanos, Brandon y Ned. La cena fue terriblemente aburrida, tan formal… Hasta Brandon se comportaba bien, eso ponía más nerviosa a Lyanna, algo malo iba a ocurrir y lo sabía.

Al fin, tras acabar la cena, su padre se puso en pie esperando a que todo el salón estuviera en silencio terminando así con el misterio que envolvía aquella cena.

-Me gustaría darle la bienvenida a nuestro invitado, Robert de la casa Baratheon a Invernalia y a mi hogar, siempre será un honor para mí veros en el Norte, mi joven señor. –Dijo mirando a Robert quien inclinó la cabeza agradeciendo las palabras de Rickard Stark.- Tras estas palabras me gustaría comunicar a mis hijos que he tomado una decisión con respecto a su futuro. –Esta vez dirigió su mirada hacia el lugar donde estaban Lyanna y Brandon. Lyanna vio a su hermano cerrar la mano en un puño, lo que la hizo fruncir un poco el ceño antes de volver a mirar de nuevo a su padre sin mostrar expresión alguna en su rostro.- Con la intención de lograr alianzas con el Sur, he decidido prometer a mi heredero, Brandon, con Lady Catelyn Tully, la hija mayor de Lord Hoster. –Hubo una pausa antes de que su padre clavara la vista en Brandon, quien no dijo nada solamente desvió la mirada hacia la mesa.- Y a mi querida hija, Lyanna… -Dijo su padre, estaba vez mirándola a ella.- Esta mañana Robert me ha pedido tu mano en matrimonio y he decidido que lo mejor para ti será que te cases con él y seas la señora de Bastión de Tormentas. –Lyanna abrió mucho los ojos tras las palabras de su padre. 

“¿Qué? ¿Yo? ¿Casarme con Robert?”. Miró a su hermano Brandon, ahora comprendía su comportamiento durante la cena, su malhumor y las palabras que le había susurrado antes, nunca había soportado demasiado bien a Robert y ahora que le habían prometido con su hermana... Sin embargo, al mirar a su hermano Ned y a Robert solamente vio alegría en sus rostros. Lyanna notaba como las paredes del salón se cernían sobre ella sin poder remediarlo… “Lady Baratheon…” No podía soportarlo y, sin pensarlo dos veces, salió del salón a toda prisa mientras todo a su alrededor no dejaba de dar vueltas. 


Necesitaba irse de allí, huir a un lugar lejano. No podía dejar que su padre la casase con semejante hombre, pero sus pies no estaban de acuerdo en hacer lo que su cabeza le ordenaba porque no pudo seguir andando y se vio obligada a sentarse apoyando su cabeza en la fría piedra del castillo de Invernalia, cerrando los ojos para tratar de poder poner en orden sus pensamientos. 

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se había marchado del salón, ni siquiera sabía en qué parte del castillo estaba exactamente, pero su hermano Ned la había encontrado. Abrió un ojo y le vio sentarse a su lado sin decir palabra alguna.

-No es tan malo como crees. –Fue lo primero que él la dijo.- Robert cambiará, lo hará por ti Lyanna. Está realmente enamorado de ti.

Lyanna trató de serenarse antes de responder. Sabía que Eddard no tenía la culpa de la decisión de su padre y no quería echarle a su hermano una culpa que no tenía, pero tampoco quería mentirle acerca de su opinión sobre su boda con Robert. Tragó saliva, para aclarar su garganta antes de hablar.

-“Love is sweet, dearest Ned, but it cannot change a man's nature.” –Dijo Lyanna dedicándole una sonrisa triste a su hermano antes de levantarse y volver a su habitación.

Como bien sabía, Ned no la iba a seguir, si ella quería estar sola, él la dejaría sola. “Mi querido Ned”, pensó Lyanna, “Ojalá el mundo fuera tan noble y sincero como lo eres tú.” Suspiró, llegando a la puerta de su habitación pero parecía que esa noche no iba a tener ningún descanso por mucho que lo quisiera.

-¡Lady Lyanna! –Se estremeció al escuchar la voz del que ahora iba a ser su futuro esposo. – No he podido pediros la mano formalmente en la cena. –Dijo Robert Baratheon, con la sonrisa encantadora que siempre le dedicaba cuando la veía. 

“¿A cuántas más sonríes así, Robert? ¿Qué fue lo que le dijiste a aquella muchacha en Nido de Águilas que ahora tiene una bastarda como única forma de recordarte? ¿Cuántas mujeres más darán a luz a un hijo tuyo?”. Aquellas preguntas rondaban en la cabeza de Lyanna, preguntas que deseaba con todas sus fuerzas gritarle a Robert. Al no decirle nada, Robert se arrodilló frente a ella, tomando su mano derecha y depositando un suave beso en esta.

-No os podéis imaginar la alegría que inunda mi corazón al saber que sois mi prometida, mi futura mujer. –Dijo alzando sus ojos azules para mirarla. 
Lyanna no podía aguantar un segundo más, liberó su mano de las de Robert con un movimiento rápido.

-Ni vos imaginaros lo que la noticia ha supuesto para mí. –Se dio la vuelta sin decir más entrando lo más rápido que pudo a sus aposentos. 

Cerró la puerta tras ella, no quería hablar con nadie más o al siguiente le daría un puñetazo en la cara aun si no quería hablarle de su reciente compromiso. Se quitó las rosas azules de su pelo antes de caer sobre su cama, ocultando su rostro entre las pieles. No iba a casarse con Robert Baratheon, no quería como esposo a un borracho y a un putero. No. Nunca se casaría con Robert, lo sabía, algo dentro de ella le decía que así era. 





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