domingo, 26 de enero de 2014

@Maria_SB89 : Aegon I Targaryen.

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El amanecer se acercaba y la niebla que rodeaba el castillo comenzaba a disiparse. Alzó un poco el vuelo sobre Balerion y por fin la vio. La impresionante fortaleza de Harrenhal.

Soltó un bufido. Ciertamente parecía inexpugnable. Harren había logrado construir la mayor fortaleza jamás vista en Poniente, incluso podía competir en tamaño y esplendor con Rocadragón. Esto no le gustaba nada, debía hacerse con la fortaleza rápidamente o tendría serios problemas. Había recibido informes que confirmaban que Loren Lannister por fin había movido ficha y se dirigía con su ejército hacía Altojardín, sin duda para unir fuerzas con Mern Gardener del Dominio. Además, no podía olvidar al Norte. Hasta ahora se habían mantenido en silencio, pero el Norte y los Stark eran orgullosos, la sangre de los primeros hombres corría por sus venas y no se rendirían fácilmente. Fuera como fuese, necesitaba Harrenhal. No podía quedar atrapado entre dos ejércitos.

El repicar de las campanas de Harrenhal lo sacó de su ensimismamiento. Bajó en picado y aterrizó al frente de su ejército. Desmontó y se acercó a sus comandantes. Lord Crispian y Lord Tristan parecían tranquilos.

- Informe – dijo al llegar hasta ellos.
- El cercano pueblo de Harrentown ha sido abandonado. – contestó Crispian - Creemos que sus habitantes se han refugiado en el castillo o han huido hacia el sur. El restante ejército de Harren, así como él y sus nietos se encuentran en la fortaleza.
- Tienen la confianza en que esas murallas lo protegerán. – reflexionó Aegon.
- Yo también lo pensaría – puntualizó Tristan – Ciertamente, la fortaleza parece invencible.
- No para mí – Aegon se dio la vuelta y comenzó a caminar sólo hacia Harrenhal.

Oía el griterío de los soldados sobre las murallas. Podía ver a los arqueros cargando sus armas. Se detuvo justo en el punto exacto y observó como una lluvia de flechas descendía sobre él…para clavarse sobre la tierra a tres metros delante de él. Sonrió. Desenfundó a Fuegoscuro y la pinchó sobre la húmeda tierra. Se quitó el yelmo y lo colocó sobre el pomo de la espada. Se cruzó de brazos y esperó.

Harren no tardo en salir a la muralla situadas sobre la puerta principal. El silencio se extendió entre los defensores.

- Os ordeno que abandonéis mis dominios, salvaje - Aegon comenzó a reír con fuerza.
- Harren, os concedo la oportunidad de rendiros y ninguno de vuestros hombres ni de vuestra familia sufrirá daño alguno. Os dejaré en libertad y os ofreceré ser mi vasallo gobernando las Islas del Hierro, que antaño fueron el origen de vuestro linaje.
- ¡Jamás!!¡¡MI CASTILLO ES INEXPUGNABLE!! Vuestro ejército chocará como las olas del mar sobre un acantilado. Sin logar arañar ni siquiera la superficie.
- Así sea Harren Hoare. Hoy acabará vuestro linaje. A partir de hoy todo el mundo sabrá las consecuencias de enfrentarse a mí.

“Maldito estúpido”- pensó- “Ya estaba harto de ese vejestorio. Ahora conocería íntimamente el lema de su casa… Fuego y Sangre”. Recogió el yelmo y su espada y retrocedió hasta su ejército.

- Listos para atacar, su alteza – le dijo Tristan nada más llegar.
- No. Yo me ocuparé de esto. Sólo.
- ¿Qué? ¿Cómo… - se interrumpió al ver como Aegon llamaba a voces a su dragón. Balerion aterrizó a un par de metros de allí.
- Cuando salgan del castillo para huir….Matadlos a todos… - “¿Por qué había dicho eso? Sentía que era lo correcto. Todas las fibras de su cuerpo vibraban con fuerza, necesitan calor, y él se lo daría”

Montó sobre Balerion. Se ajustó la capa y se colocó bien el yelmo. Desenfundó a Fuegoscuro y alzó el vuelo. Avanzaba sobre las nubes. El Sol estaba saliendo justo a su espalda. Podía ver que tanto su armadura como las escamas del dragón brillaban con fuerza por la luz solar.

Descendió en picado sobre el castillo y gritó “DRACARYS”. Balerion soltó su mortífero aliento, llenando las murallas de un abrasador fuego negro. Los soldados gritaban mientras el fuego los envolvía. Sobrevoló el patio interior y también allí soltó su furia. Continuó sobrevolando el castillo sin dejar de alimentar el fuego.

Todo estaba envuelto en llamas. Veía a soldados arder, a mujeres, a niños… No podía pensar…sólo sentía una enorme satisfacción. Notaba cada célula de su cuerpo…sentía como el calor lo reconfortaba y lo alentaba a seguir con aquello. Las flechas chocaban contra su armadura y su yelmo. Una flecha logró clavarse en su pierna, pero no le importó. Igual que tampoco le importó que su capa comenzara a arder. Notaba un cosquilleo en la espalda, allí donde el fuego lo acariciaba.

- ¡¡NOOOOOO!!

Aegon alzó la vista y observó como Harren gritaba desde la ventana de una de las torres. Alzó el vuelo y llegó hasta la ventana. Harren estaba desecho en lágrimas mientras abrazaba a dos niños pequeños. “Serán sus nietos”- pensó Aegon. Harren se sobresaltó cuando lo vio aparecer frente a él.

- Piedad…por favor…¡¡Por favor!! – decía todavía llorando – Mis nietos…
- Dracarys… - susurró. El fuego entró por la ventana y abrasó a todo a su paso. El grito de los niños sacudió algo en su interior. “¿Qué había hecho?”

Alzó aún más el vuelo y comprobó su obra. Todo Harrenhal parecía una bola de fuego. La fortaleza se deshacía por momentos. Avanzó hasta la puerta y contemplo como decenas y decenas de personas estaban muertas a los alrededores del castillo. Sus hombres habían llevado sus órdenes hasta el final…

El fuego aún seguía vivo en algunas zonas del castillo. Todo el cielo estaba cubierto por una gran nube de humo y cenizas. Habían tenido que protegerse la boca y la nariz con pañuelos para evitar asfixiarse con la ceniza. ¿Cómo había podido matar a los niños? No dejaba de darle vueltas a aquello ¿Qué clase de monstruo era? No, no…debía pensar más en esto… o se volvería loco…Lo que está hecho no se puede cambiar. 

Paseaba entre los escombros cuando tropezó con una espada en el suelo. Estaba ennegrecida y quemada. La cogió. Aún estaba caliente. De pronto tuvo una idea.

- ¡Tú! – dijo a uno de sus soldados. El soldado se acercó raudo – Recoged todas las espadas que podáis.

“Un Rey necesita un trono” - pensó sonriendo.

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