UN HOMBRE SIN HONOR
La vida de Jaime Lannister había girado completamente en torno a la figura de su melliza, Cersei. No había tenido ojos para ninguna otra mujer. En Invernalia, el niño Stark escogió un mal momento para trepar, al igual que ese Rey, al que había jurado proteger, también lo había escogido para dar rienda suelta a su terrible paranoia. Aparentemente, parecían dos hechos desconectados, pero con un evidente lazo de unión para Jaime, la importancia de una rápida decisión y sus consecuencias.
Jaime Lannister, el Matarreyes. Eso era algo que lo acompañaría siempre, lo sabía muy hien, lo veía en los demás, lo vio en los ojos de Eddard Stark. El Lobo encontró al León sentado en el Trono de Hierro. A sus pies había dejado al último rey Dragón, que poco conservaba ya de majestuoso en esa impropia posición. ¿Honor? ¿Dónde reside el honor? Obediencia ciega a un loco, ¿eso es honor? Uno muere, todos los demás viven. En cambio, lo otro resultó ser solamente por amor, un Arrebato, un impulso, un acto reflejo, el mal menor. Su melliza, su vida, un niño desconocido... La decisión estaba clara, eligió el corazón, rechazando nuevamente el honor. Un Matarreyes, un Monstruo, un Hombre sin Honor.
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